LA INMIGRACIÓN
Casi todas las fuentes consultadas coinciden más o menos en
la definición de inmigración “entrada a un país o región de
personas que nacieron o proceden de otro lugar” y que “estos desplazamientos
conllevan un cambio de residencia temporal o definitiva”. Pero la realidad
actual de la mayoría la inmigración actual es el mundo, es algo mucho más duro
y terrible
Todos hemos oído hablar en los últimos años de “la gran crisis migratoria en Europa” durante la cual centenares y hasta miles
de personas han venido emigrando de los países conflictivos de África y del
Medio Oriente y han muerto en naufragios y otros accidentes antes de haber
llegado como inmigrantes a los países europeos.
Se trata de la mayor crisis migratoria y humanitaria en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial. Esta crisis ha
surgido por el aumento de refugiados, solicitantes de asilo y emigrantes económicos que llegan o
intentan llegar a los Estados miembros de la Unión Europea, a través de peligrosas travesías en el Mar Mediterráneo y el sudeste de Europa, procedentes de países de Oriente Medio, África, los Balcanes Occidentales y Asia del Sur.
La mayoría de estos movimientos de población se
caracterizan por una migración forzada de víctimas
de conflictos armados, persecuciones, pobreza, cambio climático o violaciones
masivas de los derechos humanos; y por la acción de redes delictivas
transnacionales de tráfico ilícito de inmigrantes, que los expone al
transporte en condiciones peligrosas o degradantes, se trata de personas, con el propósito de explotación de los migrantes
vulnerables, principalmente mujeres y niños.
Pero cuando vemos, oímos o leemos noticias sobre el drama
de la inmigración frecuentemente solo se hace referencia a las condiciones de
lanchas en las que se les transporta como si fueran animales, a la llegada
masiva de inmigrantes a las costas españolas o a la acción de los Gobiernos
para repatriar y para frenar “el efecto llamada”.
Sin embargo el drama no ha hecho más que empezar. El
verdadero drama comienza con la llegada, si es que se llega. Pues cualquiera de
los inmigrantes que reside en España o cualquier otro país tiene que hacer
frente cada día a las dificultades de acceso al empleo, a la sanidad, a la
educación; a la interminable espera por una regularización de su situación y la
de su familia. Todo esto sin mencionar el racismo encubierto, la
discriminación, la xenofobia y el abuso que nuestra sociedad ejerce poniendo
una multitud de obstáculos a los que considera extranjeros.
Y lo peor de todo, lo más dramático, es que esos
obstáculos en realidad son lo que nosotros consideramos nuestros derechos
legítimos. Quién no ha oído alguna vez decir eso de "el trabajo en España
primero para los españoles y luego para los demás". Esta es la verdadera
frontera que han de cruzar los inmigrantes es una frontera que no se ve, sin
guardia civil, sin vigilancia, pero ante la atenta mirada de todos nosotros y
eso sí que es un drama.